Rafael Elis no tiene idea de qué es el "Gas Drácula", para él simplemente no existe. A su comunidad no ha llegado el beneficio de ese plan lanzado por el gobernador Rafael Lacava en octubre de 2018. Él solo sabe que cada día come peor porque no tiene gas. A su edad, no puede cargar con el peso de la leña y los apagones diarios no le permiten usar su cocina eléctrica.
"Hacemos muchas arepas y nos toca comprar pan, charcutería y galleta para poder subsistir. Nada de eso tiene los nutrientes que cualquier persona necesita", expresó Elis a Caraota Digital.
Él usa un pequeño horno eléctrico para cocinar lo que sea más fácil, pero los racionamentos diarios en bloques de hasta cinco horas, sin planificación o anuncio previo, complica todo.
A él se le vio como uno más de los cientos de vecinos de la urbanización La Esmeralda, en el municipio San Diego de Carabobo, haciendo cola desde muy temprano este lunes. Lo hizo para intentar comprar una bombona de 18 kilos de gas y que necesita, no solo para comer mejor, sino para ahorrarse el dinero de pagar por alimentos ya preparados debido a que la pensión que recibe de 40 mil bolívares al mes, no le alcanza.
"Si no fuera por la ayuda que me dan mis hijos que están fuera del país yo no se qué haría", indicó.
Eneida Villegas recuerda con nostalgia como antes el camión del gas pasaba con frecuencia por las calles de la comunidad y cada quien decidía cuándo comprarlo. "Ahora hay que hacer una transferencia primero y esperar que traigan el gas cuando ellos quieren y no cuando lo necesitamos", señaló.
A su casa, llega a diario el olor del humo que sale de la leña con la que cocina su vecina. "Esto no debe pasar porque nosotros somos un país productivo de gas. No puede ser que estemos sectorizando el gas y esperando todo el día aquí, dejando de trabajar", puntualizó.
Carabobeños de todas las edades hacen colas sin garantía de que el camión llegue, pese a haber pagado los 15.000 bolívares por la de 18 kilos y 25.000 bolívares por la de 43 kilos. Incluso los niños que están de vacaciones deben acompañar a sus padres o abuelos.
"El problema es que a veces dicen que vienen en la mañana y llegan en la tarde, o simplemente no llegan y hay que volver el día siguiente", explicó Maribel Ávila, encargada de hacer los censos para los operativos de gas en la urbanización.