El coronavirus se halló en el aire a casi cinco metros de un paciente asintomático en una habitación de un hospital de la Universidad de Florida en Gainesville, en Estados Unidos, según un estudio preliminar publicado el pasado 4 de agosto.
La novedad del estudio a los anteriores, es que los autores demostraron que el coronavirus seguía siendo “viable” flotando a casi cinco metros de un paciente. Es decir, el virus capturado y llevado al laboratorio era capaz de infectar células y se multiplicaba en ellas.
La Organización de las Naciones Unidas (ONU) insiste en que el virus se transmite principalmente por gotículas respiratorias, exhaladas al toser o al hablar, durante un contacto estrecho y prolongado entre dos personas, publicó en una nota el portal web El País.
No obstante, este estudio encontró la “prueba” de que podría existir transmisión aérea del coronavirus en espacios cerrados, según el ingeniero español José Luis Jiménez, experto en aerosoles de la Universidad de Colorado. Él no participó en la investigación.
Además, los virus capturados en el aire son genéticamente idénticos a los extraídos de la garganta del paciente sintomático.
De acuerdo a la OMS, las gotículas respiratorias que transmiten el COVID-19 tienen un diámetro de más de cinco milésimas de milímetro y caen pronto al suelo por su propio peso. Aunque al evaporarse podrían producir aerosoles de menor tamaño, que aguantan más tiempo en el aire.
Coronavirus en el aire
Sin embargo, la OMS advirtió de la posible transmisión aérea del coronavirus en hospitales, pero solo tras procedimientos médicos que generan aerosoles.
En el hospital de Florida, los pacientes no habían sido sometidos a ninguna de estas técnicas. Eran simplemente dos personas con coronavirus hablando o tosiendo en una habitación sin ventanas, pero ventilada. El aire se cambiaba seis veces cada hora, con filtros de partículas. Además del enfermo sintomático, ingresado el día anterior, en la estancia estaba otro paciente a punto de ser dado de alta.
Recordemos que el aire que respiramos está plagado de virus de todo tipo; pero la mayoría no son infectivos debido a factores como la luz ultravioleta o la desecación. Por lo que no provocan enfermedades.
El gran desafío del nuevo estudio era capturar el COVID-19 en el aire sin dañarlos, para poder demostrar en el laboratorio que seguían siendo infectivos.
Por lo tanto, la investigadora española Arantza Eiguren participó en el diseño de un aparato que, por primera vez, fue capaz de ejecutar esta tarea. El instrumento, una caja de medio metro de alto, aspira el aire de la habitación y lo conduce por una sección caliente. Allí se condensa el agua y se adhiere a las partículas en suspensión; que así ganan tamaño y son más fáciles de capturar.
“Es muy similar a lo que hacen tus pulmones”, detalló Eiguren. Ella es experta en aerosoles de la empresa Aerosol Dynamics, con sede en Berkeley, en eeuu.