Solo 18 números separaron a Gleidy Meneses del trámite de su cédula de identidad. Ella llegó a las 2:00 am a una de las oficinas del Saime de Carabobo, y no pudo lograr su objetivo.
Enfrentó una serie de calamidades en la sede del organismo de identificación ubicada en el municipio San Diego. En principio le entregaron el número 300, pero con el pasar de las horas y ante la información de que solo atenderían a los primeros cien, muchos se fueron del lugar a las 8:00 am cuando abrieron las puertas.
Tuvo que pasar la madrugada ahí, en una acera de plena vía pública. Lo hizo clara del riesgo que corría por la cantidad de personas que estaban en el sitio, pero tiene una clara necesidad. “Me gradué el año pasado y tengo que registrar mis documentos, también debo ir a San Cristóbal con mi familia y sin la cédula no puedo hacer nada de eso”.
Antes de la cuarentena intentó realizar el trámite en varias oportunidades, pero fue imposible. “Siempre decían que no había material, y cuando habilitaban un operativo atendían solo a 20 o 30 personas”.
Para ella, es ilógico que se reactiven las oficinas del Saime sin que tengan la capacidad para atender la alta demanda. “Ha sido realmente fuerte la experiencia porque estamos desde ayer, se supone que si es una jornada de cedulación deben tener el personal y la capacidad para atender suficientes personas “.
Como ella, más de 600 carabobeños se quedaron sin realizar el respectivo trámite en la oficina Arturo Michelena de San Diego, a la que enviaban a quienes iban a la sede principal de la institución, ubicada en el sector Los Colorados de Valencia, y que no fue habilitada para esta jornada preelectoral.
Cansancio e indignación en el Saime
Daniel Espinoza está recién operado y le tocó hacer un gran sacrificio para intentar sacar su cédula. Él no durmió en el sitio, llegó a las 9:00 am, luego de haber ido primero a Los Colorados. Lo hizo en taxi por el que pagó 10 dólares, porque no quiso exponerse a la COVID-19 en transporte público.
Tiene cerca de dos años sin cédula porque se le perdió y por eso decidió ir a solicitarla. “Esto es una rochela, soy el 133 y estoy en la fila de incapacitados, el estrés me está matando, la gente grita, no nos atienden, estoy tratando de estar distanciado, no se respetan las normas de metro y medio o dos metros de separación. No sé qué hacer porque estoy recién operado”.
Alexandra Soto también estaba en el lugar pasándola muy mal. Estaba con su hija de tres años desde las 4:00 am esperando porque tiene dos años intentando sacar la cédula que se le perdió. “Salgo a hacer mis cosas con el papelito de la denuncia de cédula extraviada y de verdad necesito tener ya mi documento. Pero esto parece imposible”.
Yoger Arteaga llegó a las 5:00 am con su hijo para tratar de renovar la cédula. Tampoco lo logró. “Esto está horrible, hay descontrol, no hay logística, hay quienes vienen a retirar cédula junto a quienes se la están sacando. Todo se mezcla”.