Para quien nunca ha ido al estado Táchira y mucho menos cruzado la frontera con Colombia, esto es toda una odisea. Por más que se lean noticias sobre lo que allí pasa y como es el cruce hacia Cúcuta, cada experiencia es distinta y siempre la primera vez será como menos te lo imaginabas.
En el recorrido desde el estado Lara hasta San Cristóbal, en carro, te demoras entre 9 y 10 horas. A una hora de San Cristóbal está ubicada San Antonio del Táchira, ciudad fronteriza donde llegan los autobuses o vehículos particulares para posteriormente pasar a la frontera, a pie.
En el caso de carros particulares, se deben dejar en un estacionamiento donde el pago se debe hacer en pesos colombianos y puede llegar a costar hasta mil pesos la hora. Algunos viajeros optan por dejar el vehículos en plena calle, donde también hay personas que te cobran, pero los costos se reducen hasta 500 pesos por hora o menos.
Aquí ya se empieza a ver el movimiento de personas caminando. Muchos son vendedores ambulantes que ofrecen mercancía diversa que va desde chucherías hasta medicinas. Otros ofrecen ayudar en el paso por las trochas y algunos hacen lo propio, pero se mercadean como "agentes de viaje".
En fila
Funcionarios de la Guardia Nacional están apostados en la principal arteria vial que conduce al puente internacional y te topas con una barrera de metal de la GN que atraviesa toda la calle. Son al menos cuatro cuadras hasta llegar a una alcabala de la Policía Nacional (PN), donde se debe parar para luego pasar por el puesto del Saime.
Allí se hace la larga cola para sellar el pasaporte y continuar el camino hacia Perú, Ecuador o Chile. Según la ONG Provea con datos obtenidos a través de Migración Colombiana son 40 mil venezolanos que atraviesa la frontera por el puente Simón Bolívar y solo 4 mil personas sellan pasaporte y al menos 400 se quedan viviendo en Colombia.
Sigues caminando y en medio del puente te encuentras un container pintado con la bandera venezolana. Fue el famoso vehículo quemado el 23 de enero, donde venía la ayuda humanitaria para Venezuela.
Allí se encuentran funcionarios de la Guardia Nacional y de un lado se observan personas desvalijando piezas de lo que quedó del vehículo quemado. El río de gente empieza a amontonarse cada vez más.
Algunos con más prisa que otros, quieren pasar las barreras donde están los funcionarios de Migración Colombia. “Permiso, permiso persona en silla de rueda”, gritan entre la multitud quienes se abren paso.
Por la derecha, hacia una acera, pasan ciudadanos con su cédula colombiana sin problemas y sin cola. Por el centro pasan los venezolanos con su cédula en mano y el carnet fronterizo, de lado y lado hay funcionarios de migración quienes con un teléfono escanean el documento y chequean la veracidad del carnet.
La trocha, los paracos y los moscos
Paralelamente observas, por la parte de abajo del puente, que el río está un poco seco. Esa es la famosa trocha. Se ve poca gente pasando en horas de la mañana. No pude ver personas armadas. Sin embargo, explican los residentes de la zona que allí están los “paracos”, observando sin que nadie note su presencia. Los llaman los “moscos” y están pendientes de todo lo que haces y del comportamiento de cada quien.
Tras pasar por esa zona, las personas siguen caminando libremente. Ya en territorio colombiano observas, a mano derecha, el edificio de Migración. Allí vacunan gratis a los niños venezolanos y existen grandes colas de personal, también venezolano, que viste informes médicos.
"Bienvenido a Colombia" se lee en un gran anuncio. Allí la gran mayoría lleva maletas, pero puedes diferenciar a quienes van de compras, porque van con bolsos vacíos o carritos de mercado y a aquellos que seguirán su camino hacia otro país. Ellos cargan mayor cantidad de maletas y la desesperanza se ve en sus rostros.
Luego de haber recorrido más de ocho cuadras, llegas a la parada, lugar donde se pueden abordar autobuses para ir a las distintas zonas de Cúcuta, a comprar.
Así como se ven personas pasando la frontera hacia Colombia, en la mañana hay otras que van de salida, cargadas con sacos.
Llega la noche, cierra la frontera... comienza la requisa
Entre 8 y 9 de la noche hora venezolana, es el cierre de la frontera. Muchos estacionamientos están abiertos hasta las 8 de la noche, por lo que se ve gran movimiento para agarrar una carrera para regresar a tiempo y pasar nuevamente el puente.
De salida, el movimiento es grande y la carga es mayor. Morrales, sacos, nadie mira. Los funcionarios de Migración Colombia están más activos, observando a quienes recorren la salida, por las trochas también se ven personas apurando el paso.
Sales de territorio colombiano y ya los Guardias Nacionales están más activos, con mesas puestas delante de ellos y a quienes ven muy cargados los seleccionan para revisarlos. A algunos los hacen bajar todo lo que traen, a otros les tocan los bolsos y hasta los atraviesan con una especie de punzón, donde quedarían rastros, si existiera alguna sustancia ilícita.
A las 8 de la noche puedes observar el mismo río de gente que iba entrando, pero para quienes viajan en autobuses las horas de salida suelen ser entre 5 y 6 de la tarde. Lo que puedes tardar cruzando la frontera si vas a comprar o visitar pueden ser 20 minutos, si todo fluye con normalidad y quienes emigran pueden tardar hasta dos horas.
El movimiento según, Migración Colombia, es igual entre semana, pero los fines de semana aumenta el flujo. Lo que sí está claro es que, la mayor concentración de personas en el puente internacional, se produce por los venezolanos que salen del país, bien sea para comprar en Cúcuta o seguir de largo o por los vendedores ambulantes. Eso sí, casi todos son venezolanos quienes pasan por esa odisea para sobrevivir en medio de la crisis.