Ni Alcasa ni Venalum están produciendo; en Bauxilum, apenas se reactivó uno de los cuatro calcinadores en abril. Esa es la realidad de las empresas básicas del sector aluminio en Bolívar.
CVG Venalum tenía 905 celdas y llegó a producir 430.000 toneladas métricas anuales de aluminio. Hoy ni tiene ni una celda activa; por ende, cero producción.
Ángel Brito, secretario de Finanzas del Sindicato Único de Trabajadores Profesionales Universitarios de Venalum (Sutrapuval), señaló que la debacle en la empresa vino a partir de diciembre de 2009, cuando el entonces presidente Hugo Chávez ordenó apagar 400 celdas. Solo quedaron 505 activas.
Luego pasaron varias administraciones por Venalum, “con un solo objetivo: acabar con la empresa”.
“Se empezaron a hacer negocios con la materia prima. Como esta no llegaba a tiempo, empezaron a fallar las celdas, se desincorporaban, las celdas se perforaban”, recordó
Para las siguientes administraciones, entre ellas la de Rada Galumch,de 309 pasaron a 180 celdas. Luego vino Luis Jiménez en la presidencia y elevan a 320 celdas activas. Sin embargo, con Edgardo Zuleta, hubo un apagón en la zona industrial y se perdieron 171 celdas.
Así siguió la debacle, además falta de equipos móviles, repuestos e insumos, y la destrucción de todas las áreas de la empresa.
Para marzo de 2019, cuando el apagón nacional, a Venalum apenas le quedaban 59 celdas operativas, todas quedaron fuera al pasar casi 24 horas seguidas sin electricidad. A la fecha, no se ha vuelto a incorporar ninguna celda, acotó Brito.
“Después de ese apagón, lo que se ha hecho es raspar la olla”, afirmó.
Alcasa no escapa de esta realidad. Con los apagones del 8 y 9 de marzo en Bolívar, se apagaron las 12 celdas que quedaban de 396.
“Es imposible que levanten la producción con las condiciones que tenemos en Guri. No tenemos electricidad y las empresas están desmanteladas por dentro”, denunció Henry Arias, exsecretario general del Sindicato de Trabajadores de Alcasa (Sintralcasa).
Entre 2014 y 2017, la producción en Bauxilum fue de apenas un 4% de su capacidad instalada. Para 2018 bajó a 1.5%, unas 98.000 toneladas de bauxita, siendo 6 millones si capacidad instalada. La producción de alúmina estuvo en cero.
El 14 de abril de este año, se reactivó un calcinador, aunque había sido prometido para el 15 de marzo, y aún faltan tres por reactivar.
Los trabajadores también han sufrido esta debacle en las empresas.
“Para que los trabajadores no se den cuenta, los mandan a sus casas y les impiden el acceso. Solo están ingresando entre 200 y 300 empleados, recibiendo beneficios, ya que les calculan una nómina distinta, les entregan dos cajas mensuales de comida, bono de asistencia y bono de contingencia”, beneficios que el resto no percibe, detalló el dirigente de Venalum.
El pasado 20 de agosto, con una nueva reconversión monetaria y un aumento de sueldo mínimo, los trabajadores perdieron beneficios contractuales, ya que todos los cálculos se hacen con base en el tabulador de la administración pública.
“El apoyo educativo es lo único que paga Venalum del contrato colectivo (...) ningún trabajador conoce lo que se les está pagando. Restablecer todos esos beneficios se hará cuesta arriba”, lamentó.
Atrás quedaron los días en que de todo el país llegaban hombres y mujeres a Ciudad Guayana, con la meta de conseguir empleo en una empresa básica, que significaba progreso y desarrollo en la región y toda Venezuela.