Greisida Luna ha entregado 18 años de su vida al Ipasme. Juró al graduarse de enfermera salvar vidas por encima de todo. Una promesa difícil de cumplir en una Venezuela en crisis.
En un país donde tener alcohol o una inyectadora es una tarea titánica y el “no hay” es rutina levantarse a trabajar es testimonio de pasión y amor por tu oficio.
Nos contó frente a la sede del Ipasme en la avenida Universidad como ve a pacientes madrugando para optar por uno de los 30 cupos que tiene el laboratorio que ha tenido que disminuir la asistencia por contar con pocos reactivos. Que el área de emergencia está “pelado” y los médicos huyen buscando un mejor futuro.
Para los afiliados que antes encontraban respuestas ahora deben migrar a otros centros médicos que están quebrados. En el Ipasme no hay radiología, odontología y el servicio de psiquiatría tampoco tiene insumos.
Luna lamentó que desde el régimen se voltee la mirada y la gente se muera esperando ser atendido.
“Cuando me llega un paciente yo no le pregunto si es de Maduro o de Guaidó, debo atenderlo por igual, pero con esta crisis debo ver quién está más grave”.