Ya no es suficiente para los reporteros venezolanos andar en grupos o aplicar las herramientas de autocuidado que hemos aprendido, irónicamente a los golpes. Enfrentarse a turbas de civiles que actúan desde el resentimiento teniendo en la mano un teléfono o micrófono se convierte en una tarea titánica, pues además es obligatorio salir vivo de lo que debería ser una cobertura de "rutina".
Siempre habrá un periodista valiente y una cámara que registre la barbarie. Los periodistas venezolanos han atravesado por situaciones que no aprenden en las aulas de clase y aunque no me atrevo a calificarlo como "periodismo de guerra" se trata de uno de los capítulos más oscuros del ejercicio.
Lo ocurrido el martes en el aeropuerto de Maiquetía cruzó la línea. Los periodistas ciertamente tenemos 20 años sufriendo la censura y amenaza de los "revolucionarios", incluso siendo blanco de los perdigones y golpes de los cuerpos represivos del Estado quienes irrespetando el uniforme solo defienden a quienes dicen ser rojos o chavistas. Pongo la lupa en la violencia ocurrida durante el regreso de Guaidó a Venezuela porque esta vez, civiles violentos arremetieron contra todo.
Ofensas, empujones, golpes y uso de armas blancas. Robo de equipos y hasta los zapatos de Maiker Iriarte reportero de TVV Venezuela fueron exhibidos por quienes en su mente creen ser dueños del territorio. ¿Dónde dice que hay espacios chavistas o para opositores?. ¿Quién tiene la potestad de disponer de la vida y la integridad de un ciudadano por pensar diferente?.
La lucha por los derechos en Venezuela cansa. Es indignante ver como desde la vulgaridad se pide "respeto".
"Estamos a nada de que por esta violencia absurda un reportero o periodista muera", le dije al Secretario General del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Prensa, Marco Ruiz, esta mañana y aunque el miedo me paraliza el pensamiento, debemos seguir.
No se trata de cobardía, tampoco de rebeldía por seguir cubriendo pautas que significan un alto riesgo. Se trata del compromiso de informar a una sociedad que ha sido despojada de libertades en una democracia "disfrazada" que muestra los dientes con acciones desvergonzadas como lo que pasó en el aeropuerto Simón Bolívar.
Identificados están varios de los victimarios de ayer. Nallades Pérez es jefa civil de Catia La Mar, no quiero calificarla. Sea usted quien observe su actuación inmortalizada en cientos de videos en redes sociales.
Otro de los rostros mostrados ayer es el de Dubrazka Padrón, Coordinadora Política de Conviasa, y Giovanny Alvarado, Jefe Civil de La Guaira, ampliamente identificado en video, con franela blanca y con los ojos de Chavez. Todos con cargos en instituciones públicas y haciendo gala de su carácter de "guapetones de barrio".
El miedo es libre de un lado y del otro. La única diferencia es que los periodistas y muchos ciudadanos de este golpeado país, podemos posar la cabeza en la almohada por la satisfacción del deber cumplido.