El Foro Económico Mundial se acerca a los 50 años de su fundación y a propósito de la gira internacional que emprendió Juan Guaidó, como presidente encargado, los venezolanos giramos la mirada hacia la Cumbre de Davos que se celebra cada enero y en la que participaría en esta oportunidad.
Para hablar de Davos, debemos remontarnos a la década de 1970, la Guerra Fría dividió el mundo, la guerra de Vietnam dividió a Estados Unidos, se avecinaba una crisis petrolera. Un profesor de economía alemán tuvo una idea brillante, según recoge World Economic Forum.
La idea no era convencional en ese momento, pero desde entonces se ha consolidado. Era la «teoría stakeholder» del profesor Klaus Schwab, lo que significa que una empresa debería servir a todas sus partes interesadas, no solo a sus accionistas: empleados, proveedores y la comunidad de la que forma parte. La visión de este «stakeholder capitalism» socialmente responsable se convirtió en el principio rector del Foro Económico Mundial.
El profesor Schwab, ingeniero y economista, fundó el Foro en 1971. Eligió Davos como el hogar de la reunión anual para escapar de lo cotidiano y por lo que las montañas representan en la cultura suiza y alemana, tal como fue plasmado en la famosa novela La montaña mágica. ‘El espíritu de Davos’ es una actitud de apertura y cooperación que marca el tono para la reunión anual hasta el día de hoy.
En los últimos cincuenta años, Davos ha reflejado los eventos clave de la historia mundial, desde la caída del Muro de Berlín hasta el surgimiento de la globalización económica y el desbocado cambio climático. Ayudó a evitar una guerra entre Grecia y Turquía, construyó puentes económicos en todo el mundo, organizó un apretón de manos que selló el fin del apartheid, lanzó una alianza que ha vacunado a 700 millones de niños y niñas y dio una plataforma a ecologistas líderes.
Mientras ha seguido trabajando en pos de la misión del Foro de mejorar el estado del mundo, Davos también ha capeado las críticas a lo largo de su recorrido, como una reunión de élites distantes, o una galería de conversación inútil.
Pero su objetivo es reunir a todas aquellas personas que tienen un interés en nuestro futuro común: los y las líderes de las corporaciones globales están invitadas, pero también lo están personas de la academia, activistas, líderes juveniles y de la sociedad civil. Y descartar «hablar» es, en palabras del profesor Schwab, descartar el alma de la democracia.