Llegamos al hospital José Gregorio Hernández y la primera estampa fue charcos de agua limpia perdiéndose sin ningún doliente. De a chorros salía de los tanques azules dispuestos por el despacho de salud. Al fondo una cisterna enviada por Hidrocapital como paño de agua tibia.
Acto seguido pacientes de un lado a otro con tobos, pipotes y botellas de refresco para almacenarla y tener como bañarse en las habitaciones. Esta vez, la excusa de la escasez de este recurso fue el megapagón. Lo cierto es que desde hace meses este centro médico conocido también como Magallanes de Catia no tiene una gota de agua.
A la escasez de agua se suma la inseguridad. El miedo aumenta cuando la electricidad falla. El lunes con el apagón nacional tuvieron que alumbrarse con sus celulares por el retraso en la activación de la planta y además tocó encerrarse.
¨Se fue la luz y no dejaron entrar a nadie. Tuvimos que encerrarnos en las habitaciones porque aquí todo el tiempo roban¨ nos dijo una paciente que tiene un mes y una semana esperando ser intervenida quirúrgicamente.
Logramos conversar con Jean Carlos Noguera esposo de esta mujer que debe realizarse una histerectomía que no ha podido hacerse por falta de insumos. Ha sido informada en distintas oportunidades que no hay agua, que el quirófano está contaminado y que debe traer desde el algodón hasta suturas para poder realizar el procedimiento.
Noguera contó a las cámaras de Caraota Digital que dos o tres veces a la semana debe cargar agua hasta el piso 3 para mantener el área limpia. Contó con desdén que las pocas veces que llega por tuberías se inundan las habitaciones y se colapsan las cloacas.
¨El olor es horrible, llega el agua y se inunda todo. Es necesario que la gente venga y vea como está este hospital, aquí no hay nada. Por ahí salió en televisión que habían dotado los Magallanes y aquí no llegó nada¨ aseguró.
Frente a la emergencia de adultos conversamos también con María Quintero. Su declaración fue contundente ¨aquí los médicos y enfermeras trabajan con las uñas, en este hospital no hay ni una gasa¨.
Comentó que para poder atender a su familiar debe traer todos los insumos y que el lugar está en el piso. No hay medicinas, ni guantes. Quintero cumplió un mes en el viacrucis que significa ser paciente de este hospital. ¨No hay ni baño para la emergencia, ahí solo hay un chorro para lavarte las manos¨.
Para José González es insólito tener que carretear agua para las habitaciones, coincide con el resto de los familiares que encontramos frente al hospital que es una gran mentira que no haya agua por el apagón. El joven estaba sentado en un banco de concreto esperando a su hija quien sufrió una crisis respiratoria. Contó que estuvo junto a su esposa hace meses y ya el agua era escasa.
Como en otros centros asistenciales de la capital, el Hospital José Gregorio Hernández luce abandonado, oscuro y lúgubre. Llegar allí lejos de aliviar una enfermedad en muchos casos despierta la desesperanza. Pacientes y sus familiares piden atención, empatía y solución para una crisis humanitaria sin precedentes que Maduro se empeña en ignorar.