El aviso es grande y elocuente: Dracucloaca. Está hecho con la imagen que ha usado el gobernador de Carabobo, Rafael Lacava, para identificarse: un murciélago. Pero esta vez no es parte de su propia imagen, sino del sentir de más de 400 familias que tienen cuatro años viviendo entre aguas negras.
Se trata de la comunidad La Luz, en el municipio Naguanagua, al norte de la entidad. Ahí fluyen por las calles las cloacas con todo lo que eso implica.
La vida les cambió a los vecinos del lugar porque durante este año el colapso ha sido mayor y ni los baños de sus casas pueden utilizar. Teresa Sánchez tiene 40 años viviendo en la comunidad y es la primera vez debe enfrentar una crisis como esta.
“Me baño en una bañera para botar el agua y no echarla en el inodoro porque no baja nada. Y hago mis necesidades en un tobo y echo hasta los excrementos en un hueco en el patio y le echo cal”. Ella es operada de las piernas y la columna y no puede hacer fuerzas para cargar agua, pero no tiene más opción.
Para Zulma Blanco se trata de una situación muy vergonzosa. “Algunos ponemos en bolsas los desechos de los baños para que el aseo se las lleve, porque las pocetas no bajan, y quienes tienen tierra atrás en sus patios hacen huecos, porque hasta los pozos sépticos están desbordados”.
Enfermedades
La mayoría de los habitantes del barrio La Luz tienen erupciones en la piel. No importa la edad. Adultos, ancianos y niños padecen lo mismo. “Salen, se secan y vuelven a salir”, relató Alí Arias, quien tiene claras evidencias de lesiones en su piel desde hace varios meses.
Blanco fue enfática: “Sabemos que estamos en medio de una pandemia mundial, pero aquí se puede desatar una epidemia de tantas infecciones que estamos padeciendo”.
Hay quienes viven las consecuencias de esta situación más allá de la salud. Son varios los que tenían negocios de comida que no han podido abrir nuevamente por la fetidez que siempre hay en las calles a las que ya casi nadie sale.
“Ni los niños pueden salir a jugar un rato, es imposible en medio de todo esto”.
Vecinos olvidados
Ellos se sienten absolutamente abandonados. Han ido a todas las instancias posibles. “En Hidrocentro nos mandan a la alcaldía y a la gobernación y de ahí nos vuelven a enviar a Hidrocentro. Es un peloteo total”, dijo Alí Arias.
Para Alirio Gil la barriada ha sido maltratada por años por el gobierno municipal y estadal. “Vienen algunas cuadrillas a destapar, se vuelve a tapar y lo más reciente que nos dijeron fue que no tienen cauchos las unidades ni obreros para trabajar, tengan por seguro que no vendrán porque si no vinieron en campaña menos lo harán después”.
Y es que se sienten olvidados hasta por el propio alcalde Gustavo Gutiérrez. “Él pateó el barrio y votamos por él, vio cómo estaba el barrio y ahora está peor, nos sentimos llenos de impotencia porque ellos están en campaña, gastan dinero en tarimas, fiestas y bonches grandes y nosotros aquí, el alcalde no ha vuelto a venir”.