Rander era el único niño que se quedaba sentado mientras el resto bailaba, corría y brincaba. Se sentía débil y necesitaba ayuda para caminar.
Pero eso no le impedía participar con sus respuestas en las actividades que se prepararon para él y el resto de los niños con cáncer de Carabobo.
Pero su caso es particular. En el hospital le dieron permiso de salir pese a la recaída que tuvo esta semana. Lo hicieron para que pudiera ser parte de algo que hace alguien de ocho años, y se olvidara por unos minutos de la leucemia que lo obligó a dejar a un lado hasta su salón de segundo grado.
En mayo su familia recibió el diagnóstico. Aún no saben si necesita trasplante de médula, pero ellos solo quieren hacerlo un niño feliz. Su historia se parece a los de muchos en la entidad. Uno de ellos es César Ojeda, él fue diagnosticado también en mayo con un tipo de leucemia poco común y en estado avanzado. Tiene 15 años y, como Rander, tuvo que dejar su aula de clases.
"Estuve todo el mes de junio hospitalizado y lo que va de julio también porque tengo leucemia bilineal. Tengo una semana con fiebre y no he podido comenzar mi segundo ciclo de quimioterapia". A su edad, su mayor preocupación es que no se consiguen todas las medicinas porque ve cómo eso les afecta a su padres, quienes lo acompañaron a la fiesta que realizó la Fundación de Amigos de Niños con Cáncer en Carabobo (Fundanica) para celebrar el Día del Niño.
Él requiere urgente un trasplante de médula. Tiene dos hermanos menores a quienes les deben hacer pruebas de compatibilidad, pero su familia no cuenta con los recursos económicos. "No sabemos nada, no tenemos idea de cuánto cuesta. Solo nos han dicho que eso lo hacen en Bogotá y no tenemos cómo pagar eso", relató Amnys Estrada, madre de César.
Ella se niega a que su hijo sea parte de las estadísticas que son cada vez más dramáticas en Carabobo. En 2017, Fundanica tenía un registro de más de 220 niños. hoy son menos de 50. "En año y medio han fallecido más 120 pacientes y esto de debe a la falta de medicamentos, porque aunque llegaron algunos hace un mes al Hospital Carabobo, es un tratamiento que se requiere cada 21 días, y aunque llegan medicinas no hay inyectadoras, por ejemplo", detalló la presidenta de Fundanica, Virginica Segovia de Bolívar.
A todo esto se suma el drama de las fallas en los servicios públicos. "Donde está el hospital tenemos un grave problema de agua, la plata eléctrica se dañó después del último apagón, y la comida que le dan a los pacientes no cumple con los requerimientos calóricos establecidos por la Organización Mundial de la Salud".