Solmayra Castro tiene 23 años, pero parece de 16. Tiene signos evidentes de desnutrición y no le importa, su prioridad es otra. Su hijo de cuatro meses está acostado en una camilla luchando por su vida y ella no cuenta con los recursos para hacerle todos los exámenes que le piden.
El bebé está grave. Llegó deshidratado porque también está desnutrido. Solo comía arroz licuado con agua porque su madre no tenía para comprarle fórmula láctea mientras su otro hijo de dos años estuvo por un mes hospitalizado con una afección estomacal severa.
En el área de pediatría de la Ciudad Hospitalaria dr. Enrique Tejera (CHET) de Valencia, ya la conocen por todo el tiempo que ha pasado ahí. Todo como consecuencia de un gran déficit en la alimentación que espera no le toque a su otro hijo de cuatro años y que padece de una discapacidad motora.
Desde el 28 de diciembre está con el menor en el hospital y cada día recibe noticias cargadas de desesperanza. “Es el que está peor en esa sala”, dijo angustiada. Además de la desnutrición tiene un shock séptico y una trombosis en una de sus piernas “porque las vías centrales que tienen aquí están vencidas, la que le pusieron le causó eso y ahora le está pasando lo mismo en la otra pierna”.
Precariedad absoluta
Solo en una oportunidad ha ido a su casa, ubicada en la comunidad Lomas de Funval, al sur de Valencia. Lo hizo para buscar unas medicinas que le pidieron. De resto, siempre está ahí, caminando por el parque infantil que está cerca de la entrada de pediatría, o al lado de su hijo mientras se lo permitan.
Ella no tiene idea de cuánto cuestan los exámenes que a diario le hacen al bebé. “Yo pido ayuda en los laboratorios, les explico que no tengo y me han apoyado con los exámenes más sencillos”. Pero para los análisis especiales ha tenido que esperar un poco hasta que fundaciones conocieron su caso, “son ellos quienes se han encargado de eso”.
Hay días más oscuros que otros. Solmayra ha pasado jornadas enteras sin comer nada porque simplemente no tiene cómo hacerlo. Solo cuenta con su madre quien le cuida a sus otros dos hijos mientras sigue en el hospital.
“Ayer comí porque un señor me regaló una taza de comida, esta mañana me dieron un pan, pero hace dos días no comí nada”.
Déficit de personal
A ella no solo le preocupa tener que conseguir todos los días lo necesario para los laboratorios, insumos y medicinas que le piden, sino un problema aún mayor que ha generado el déficit de personal en el hospital más importante del centro del país.
Por las noches es normal que no haya médicos en el lugar. “Son pocos y se van porque están cansados, no aguantan estar trabajando por tantas horas. Hay algunos que se quedan hasta la madrugada, pero igual se van”.
Solmayra duerme en el piso al lado de la camilla de su bebé, pero hay días que debe hacerlo afuera, en la intemperie. “Anoche nos sacaron a todas porque solo había una enfermera y como hubo una emergencia con un niño, no nos querían ahí adentro para que viéramos eso”.