Adrian Barros
Periodista
Divagando entre el cielo y el infierno se me ocurrió hablar de Caracas, la ciudad de la eterna
primavera, del Ávila, de los techos rojos que ya poco se ven. Mi ciudad, capital de un país que
resiste…a pesar de todo.
Y pensando en Caracas, me detengo en sus marcados contrastes que son como un reflejo de
nuestra vida, con una parte difícil y otra hermosa que vale la pena cuidar y cultivar.
En estos años hemos vivido cosas increíbles que superan largamente la fantasía de cualquier
pesimista. Pero a pesar de todo seguimos luchando, no como un soldado tras una barricada,
mas bien como un artista que se defiende a fuerza de verbo y pinceladas.
Los optimistas aseguran que de aquí, algo muy bueno va a salir. Pero la cuestión es…cuándo.
Entretanto, la vida continúa en esta especie de surrealismo que raya cada vez mas oscura la
línea entre lo bueno y lo malo.
Medicinas, hospitales, escuelas, inflación, comida, delincuencia, la calle. Panorama de la
tragedia nacional que va de un lado a otro en las redes sociales y en los pocos noticiarios que
aún quedan en radio y televisión.
Y del otro lado de la paleta, la Venezuela pujante -que aun es grande- que se mantiene
tenazmente a flote y que quiere desesperadamente seguir y crecer.
Es por eso que aprecio cada día más mi programa Vida Inteligente donde a diario veo la otra
cara de la moneda, la parte bonita, trabajadora, creativa de Venezuela, el mejor rostro del
venezolano que ahora también parece colonizar el resto del planeta.
Es difícil cuantificar lo que me ha dado esta aventura que hemos emprendido en Caraota
Radio, pero sin duda lo más relevante es el contacto con cientos de emprendedores dispuestos
a continuar, a pesar de todo.
Que gran lección es ver, a diario gente de todas las edades -no solamente jóvenes- exponer sus
planes, contar su historia, escuchar como han levantado, de una idea, un emprendimiento, un
negocio exitoso y cómo, sin pausa, buscan seguir desarrollándose.
A veces paseo en moto con mi hijo por Caracas, sin destino definido, con el simple propósito
de enseñarle otra cara de la ciudad.
Ir de punta a punta en la Cota Mil, sin las prisas del día a día, es una experiencia espectacular…
especialmente de, este a oeste, pegadito al verde, sintiendo el aroma, el viento de la montaña,
la inmensidad de ese “cerro”.
Hace pocos días enfilamos la Baralt, buscando el centro. Bajamos por la Urdaneta hasta el
puente de las Fuerzas Armadas que sirve de techo a una gran cantidad de vendedores
informales, muchos de ellos negociando libros de segunda mano.
Giramos hasta la avenida Universidad, lindero norte de esa inmensa quincalla que es el
mercado de La Hoyada para situarnos en uno de los tramos más bonitos de Caracas, el espacio
entre la esquina de la casa de El Libertador, a pocos metros de la Plaza Bolívar y Capitolio,
pasando por la muy distinguida Ceiba de San Francisco, frente a la iglesia del mismo nombre,punto donde convergen, a la izquierda, El palacio de Las Academias (antiguo convento de San
Francisco y antes, sede de La Universidad Central de Venezuela) y a la derecha el atribulado
Palacio Federal Legislativo con su dorada cúpula dorada que domina algunos techos rojos que
aún sobreviven.
“Parece España papi”, aunque él solo ha estado allí vía internet.
Cruzando nuevamente la avenida Baralt, viramos al norte en las escaleras de El Calvario para
encontrarnos, de un lado, el Palacio de Miraflores y al otro, en la cima de un pequeño cerro el
Cuartel de la Montaña.
Casi al final de nuestro paseo, paramos en la Plaza O’Leary mientras se iba un pequeño
chaparrón que nos sorprendió, para encarar un trecho que a mi hijo le resultó emocionante:
pasar por debajo de las Torres del Silencio.
Dirección “este” dimos con dos sitios que debemos visitar: El Museo de La Estampa y el Diseño
Cruz Diez y El Museo de los Niños, donde prometí llevarlo cuando repusieran la energía
eléctrica después del robo del cableado principal sucedido días antes.
Este pequeño recorrido que también nos hizo pasar a un lado del Jardín Botánico
que comienza a ser recuperado por una iniciativa privada- vino a completar la idea con la que
comencé a escribir estas lineas: la cara que me gusta de Caracas, de Venezuela.
Hay de todo y aunque pareciera que lo feo domina nos toca seguir, codo a codo, como
estamos todos los que decidimos o debimos quedarnos, junto a los que las circunstancias han
traído de vuelta.
Caracas con sus cosas y contrastes y más allá de las fronteras capitalinas, playas, montañas,
tepuyes y sobre todo, la gente que se quiere y quiere al país, me saca todos los días de la
nefasta influencia de la implacable crisis, la dura escasez y la inflación que sin tregua busca
aplastarme.
Sin duda hay que tener fuerza para resistir. Pero por encima de todo, para transmitir esa
energía a los que vienen detrás, a esa nueva generación a la que hay que inyectarle ánimo,
optimismo, sólidos valores humanos y amor por su tierra.
Enseñarles a descubrir la otra cara que puede ser mas pequeña o estar escondida entre el
bullicio, pero que con seguridad es la que inspira el éxito.
Mientras más pasa el tiempo, más me convenzo de que todo, depende de ellos.
Feliz día.
Vida Inteligente se transmite de lunes a viernes 1PM hora de Caracas a través de
www.caraotaradio.net y por mi Instagram @adrianbarros