Adrian Barros
Periodista
En mi columna anterior comentaba las maravillas de hablar en público y las diferencias con el
trabajo en TV.
La mayor diferencia radica en la inmediatez de la respuesta a mis mensajes.
Centrándome en el tema de hablar en público me refería a la experiencia maravillosa de
percibir o sospechar lo que la audiencia siente…aunque no hablen existe una interacción, un
mensaje de ida y vuelta, básicamente porque venimos de fábrica con algo muy especial que es
la comunicación no verbal.
La comunicación no verbal es un tema interesantísimo y de suma importancia en la
comunicación que de una forma o de otra siempre lo pongo de manifiesto cuando quiero
transmitir mi experiencia profesional.
Es un mecanismo inherente al ser humano, está allí querámoslo o no y funciona de manera
independiente y peligrosa, si no sabemos controlarlo.
Un poco mas allá de la mitad del siglo pasado, el psicólogo e investigador de la UCLA, Albert
Mehrabian descompuso el mensaje en tres apartados: verbal, vocal y gestual y aunque algunos
piensan que esto no se atiene estrictamente a la realidad, no es universal ni concluyente, para
mi es un valor referencial importante a la hora de enfrentar un audiencia.
Naturalmente la esencia de un mensaje viene establecida en por el verbo y de allí parte todo,
pero si trabajamos de cara al público debemos cuidar, no solo lo que se dice, sino como se
dice. Tanto así que el Dr. Mehrabian le atribuye a la cualidad verbal del mensaje solo un 7% y
el resto al “como se dice”.
A su célebre enunciado se le conoce como la Regla Mehrabian o Regla 7-38-55. Le atribuye
38% a los efectos vocales como tono de voz, volumen, inflexión, intención y el resto, 55% al
maravilloso lenguaje corporal que muchos vienen a llamar “Body Lenguage” una popular
internacionalización del término.
Lo más recomendable, en este y la mayoría de los casos, es estudiar el tema y sacar
conclusiones propias.
Hay un conjunto de reglas que nos ayudan a comunicar pero todo va en función de la calidad
del mensaje, las circunstancias y las habilidades del emisor.
Lo más importante, luego de la información o lo que se quiere transmitir, es hacerlo bien.