¿Vivimos un mundo de la simulación y de apariencias?

¿Vivimos un mundo de la simulación y de apariencias?

Priorizamos la imagen no necesariamente la verdadera…

Caraota Digital
Por Caraota Digital 8 Min de Lectura
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Por María Laura García

¿Estamos en una sociedad simuladora? … ¡Una sociedad que vive de apariencias! ¿Vivimos en un mundo en el cual todo es una puesta en escena? Pareciera que sí, ¿Cuál es tu opinión?

Lucir y vestir bien para que los vean; parecer feliz y mostrarse en lugares ultra ¡Wuao! aunque por estar grabándose o fotografiándose no los disfruten verdaderamente o, por ejemplo, hacer ejercicios o comer balanceado no para estar sanos, sino para verse bien físicamente y así poder mostrarlo.

La mayoría vive así y no se detiene a indagar y saber ciertamente cuáles son sus necesidades fundamentales para vivir bien o plenos, sino que van corriendo detrás de lograr y mostrar una apariencia para finalmente ser víctimas de su propio autoengaño y darse cuenta que no son felices porque se enfocan en lo fatuo y no en lo que es esencial o necesario. La mayoría piensa que el dinero y la belleza lo solucionan todo.

El mundo frenético en el cual vivimos nos lleva a correr, y lo hacemos tanto que, no nos damos cuenta de que nos estamos olvidando de nosotros mismos sin siquiera tener claro lo que realmente necesitamos o no sabemos qué es lo que verdaderamente nos hace felices porque pareciera que lo único importante es ser reconocidos por los demás. Pareciera que sólo se trata de figurar bien en esa vitrina que se ha vuelto la vida. Muchas caras felices cual payasos, pero con una profunda tristeza en el alma muy característica de estos personajes de circo. Esa es la vida actual, un gran circo.

¿Sabes lo que realmente sientes y necesitas?

Precisamente muchos no lo tienen claro, y por eso es que abundan las personas cuya emoción raya en la depresión porque son más sensibles y se dan cuenta de que el mundo en el que vivimos no es del todo real por lo cual no logran adaptarse a esta vida de apariencias y simulación.

Llevar una vida con valores…

No hay mejor cosa que ser uno mismo, teniendo “valores propios”. Ser buenos y honestos como para no sentir la necesidad de mostrar lo que no somos.

Son muchas las personas que hoy en día piensan que tener mucho dinero y ser muy guapos es lo que le va a solucionar la vida y lo que les va a regalar más momentos felices y esto en realidad, la mayoría de las veces, constituye una ruina emocional ya que, el materialismo suele dejarnos igualmente vacíos.

Tenemos muchas cosas materiales, pero solemos dejar de lado lo espiritual, lo esencial, tanto que no tenemos nada de valor que ofrecer al mundo. Los que se dejan arrastrar por los paradigmas o modas tienen su espíritu inundado de carencias porque renunciaron a una vida propia.

Vivimos en un mundo lleno de apariencias, donde se tiene que maquillar la verdad para que no duela tanto, y le duele más a quien vive envuelto en mentiras que parecen ser más satisfactorias. Ahora son buenos aquellos que teniendo la verdad se someten al plagio, aquellos que hablan de amor y su interior se pudre de odio.

Las circunstancias actuales, te convierten en un arrogante cuando decides no ser del montón. Me siento víctima de ello.

“No vivimos en una sociedad materialista, es mucho peor: Vivimos en la sociedad de las apariencias”, según el filósofo Alan Watts. Nuestra sociedad no es materialista, sino que idolatra las apariencias y se está perdiendo la esencia. Se construye para ofrecer una fachada impresionante, más que para proporcionar un espacio idóneo donde vivir”, escribió Watts. Se rinde culto a lo exterior.

Elegir las apariencias nos condena a un estado de frustración permanente. El problema es que quienes sucumben a la apariencia viven “absolutamente frustrados, pues tratar de complacer al cerebro es como intentar beber a través de las orejas. Por tanto, son cada vez más incapaces de experimentar un placer auténtico, se vuelven insensibles a las alegrías más agudas y sutiles de la vida, las cuales son, de hecho, sencillas y ordinarias en extremo.

Obviamente, cuando se prioriza la apariencia, se pierde gran parte de la satisfacción y el placer que pueden aportar las cosas. Cuando el objetivo es exhibir o impresionar, en lugar de experimentar, perdemos el disfrute en el camino porque estamos más centrados en el otro que en nosotros mismos.

Vivir en la verdad implica una profunda transformación interior en la que debemos afirmar nuestra identidad, y desligarnos de modas pasajeras y del deseo de impresionar, para disfrutar de lo que realmente nos gusta, sin culpas ni remordimientos ni presiones.

Examinando la teoría…

Los expertos en salud mental hablan de la simulación “Mitoplastia” o “producción de síntomas de modo intencionado con un objetivo fácilmente reconocible, por ejemplo, para conseguir una incapacidad laboral, escapar de una condena, no realizar el servicio militar, etc.”, pero hoy día la gente se inventa perfiles, o una apariencia determinada e incluso, hasta una personalidad para encajar socialmente y mediáticamente.

El simulador persigue un objetivo externo, una ganancia secundaria, a la hora de fingir. Existen numerosos sinónimos de la palabra simular: fingimiento, disimulo, encubrimiento, reproducción, representación, comedia, farsa, ficción, teatro, falsedad, fraude, dolo, disfraz, estratagema, mojigatería, engaño, hipocresía, simulacro, que el estudio pormenorizado de cada uno de estos adjetivos llevaría días de análisis, pero volviendo a lo que deseo visibilizar, el acto de mentir precisa de la verbalización, sin embargo para simular, no es necesario hablar, una persona puede fingir o simular un hecho sin tener que mediar palabra alguna, puede mentir en su actuación, es decir, puede simular. El “Simulador”, representa, imita, pero que quede claro no precisa necesariamente verbalizar, puede o no acompañar su representación con un discurso.

El Simulador siempre lleva consigo una intención de beneficio, si bien es cierto que cuando se ejerce la simulación se hace uso de cualquiera de los sinónimos que enumeré ya que a su vez hace teatro, engaña, finge etc.

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