Por más buena que sea una persona tratando de ocultar sus emociones, siempre habrá una parte del cuerpo que la terminará delatando, se trata de las pupilas, que aumentarán hasta 30 veces su tamaño cuando advierten un estímulo.
De esa manera, expresamos nuestro placer, pero también nuestro esfuerzo mental. Esto se puede comprobar pidiéndole a alguien que vea una serie de imágenes que hayas escogido previamente. Muéstraselas despacio y acércate lo suficiente hasta que puedas apreciar la reacción de sus ojos. Incluye en la selección estampas agradables y otras que no lo sean tanto. Si sus pupilas se dilatan querrá decir que lo que ve en ese momento le está gustando. Será algo sutil, pero comprobable.
Este conocimiento también puede ser usado al momento de hacer compras y negociar con el vendedor. Si se usan lentes oscuros el vendedor no puede ver sus ojos y no sabe realmente si el producto le gusta. Los compradores pueden tener de esta forma un mayor margen de maniobra a la hora de negociar el precio, reseñó El País.
En otro experimento se usaron dos imágenes casi idénticas de unas bellas mujeres. Solo existía entre ellas una pequeña variación: sus ojos. Curiosamente, las que resultaban más seductoras para la mayoría de observadores eran aquellas en las que las pupilas de las modelos eran más grandes y brillaban. La explicación parece tener un origen evolutivo: una persona con pupilas dilatadas resulta más atractiva porque puede estar más disponible.
Este hecho se conoce desde la antigüedad. En Roma, por ejemplo, las mujeres utilizaban como producto de cosmética la planta de atropa belladona, capaz de agrandar las pupilas.