¿Quién no ha sentido rabia?

¿Quién no ha sentido rabia?

Aprender a gestionarla para no enfermarnos…

Caraota Digital
Por Caraota Digital 5 Min de Lectura
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Por María Laura García 

La intensidad de la ira o la rabia puede variar, así como la causa, sea externa o interna; pero además es algo normal experimentarla, porque, aunque veamos la ira como algo negativo no deja de ser una emoción, y como toda emoción, es necesaria y adaptativa ¿Por qué? Porque la ira nos lleva a actuar, a defendernos, a luchar ante situaciones injustas.

Cuando sentimos rabia se trastoca el ritmo cardíaco, la tensión arterial y aumentan los niveles de noradrenalina y adrenalina en sangre; y a partir de allí se dan muchos otros cambios orgánicos no siempre buenos si se sostienen en el tiempo. Y es aquí donde quiero enfocarme, que no se trata de sentir ira o rabia, sino cómo y cuánto tiempo nos lleva retomar el buen ánimo y superar el enojo. La rabia no superada afecta nuestra alma, nuestro cuerpo y nos resta energía para vivir bien y lograr cosas positivas.

Consecuencias de la ira…

La ira puede predisponer a trastornos afectivos y de la personalidad, además de afectar nuestra tensión arterial, predisponer a problemas cardiovasculares, úlceras, cáncer o enfermedades asociadas al dolor crónico, etc.. Eso sin contar, sus efectos negativos en las relaciones sociales y personales.

Cuando estamos enojados aumenta la tensión, el pulso cardíaco y la frecuencia respiratoria lo que con el tiempo daña las arterias, causa taquicardia y que el corazón se sobrecargue al tener que impulsar más sangre. Aumenta la producción de sustancias químicas como la adrenalina lo que puede desequilibrar el funcionamiento orgánico, pero también el sistema inmunológico.

Por otra parte, con el enojo surgen contracturas, dolores musculares, jaquecas y puede producirse gastritis, colitis y dermatitis.

¿Qué recomiendan los expertos para procesar mejor nuestra rabia?

Controlar nuestro temperamento es un desafío, e insisto la ira es una emoción normal, incluso saludable, pero es importante lidiar con ella de manera positiva. Lo primero y mas importante es pensar “mil veces” antes de hablar, es decir, respira y ordena tus pensamientos, trata de hablar cuando te pase la furia. Incluso esto permite que los demás hagan lo mismo y no se vayan de bruces respondiendo; y si no es así, al menos tu no tendrás que pedir perdón por lo que hagan otros. Ya calmado, puedes desde la serenidad, expresar tu punto de vista. Expresa tu frustración de una manera asertiva y sin confrontación.

Por ejemplo, cuando estoy muy enojada, salgo a hacer ejercicios, porque reduce el estrés que causa la ira. La idea es tomarnos un tiempo, un recreo o espacio. En los días estresantes hago pausas pequeñas pues me ayuda asentirme mejor preparada para enfrentarte lo que venga sin sentirme tan irritada.

Otra cosa que me resulta, es no enfocarme en lo que me enojó, sino en la solución y en actuar para salir del momento incómodo. Intento ser realista en cuanto a lo que puedo y no puedo cambiar. Y trato de no inculpar, solo pido disculpas si me toca, y si no es el caso, trato de no señalar, solo resolver. También me enfoco en perdonar si es el caso, porque es una herramienta poderosa. La amargura y el sentido de la injusticia nos abruman, nos restan claridad mental y terminan enfermándonos.

Otra cosa que me ayuda mucho para mitigar la rabia es el humor y el aprender a reírnos de nosotros mismos. Evita el sarcasmo, porque hiere a otros y puede empeorar las cosas.

Busca relajarte a toda costa, con frases que te repitas una y otra vez, poniendo tu mente en algo que te guste hacer, en fin, tú te conoces y sabes lo que te cambia el humor para bien; en mi caso algo maravilloso es la música.

Si cuando te pones bravo, nada de esto puede ayudarte, pues entonces busca ayuda profesional porque no hay energía que nos enferme mas que la rabia o el enfado.

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